Históricamente las clases privilegiadas han considerado peyorativamente a
las clases menos pudientes a la vez que se reservaban los atributos más
elevados a la hora de definirse, como el refinamiento, la educación y la
moralidad.
Sin embargo, una serie de estudios dirigidos por psicólogos de la
Universidad de California, Berkeley y la Universidad de Toronto apuntan en la
dirección contraria: las personas que pertenecen a una clase relativamente más
elevada tienen más probabilidades de implicarse en una gama de comportamientos
no éticos.
Los resultados de la investigación, publicados en el Proceedings of the
National Academy of Sciences, revelaron que en comparación a las personas de clase
relativamente más baja, los individuos de clase más alta mostraban una mayor tendencia
a quebrantar la ley mientras conducían, a
tomar decisiones deshonestas, usurpar bienes valiosos de otros, mentir en una negociación,
engañar para aumentar las oportunidades de ganar un premio, así como a permitir
conductas no éticas en el trabajo.
Paul Piff, uno de los
investigadores del estudio, sugiere que el hecho de tener una actitud más favorable
hacia la codicia y la búsqueda del propio interés acrecienta la tendencia a
comportarse de forma no ética. La posición de privilegio y seguridad que gozan
los individuos de las clases más altas promueve una mayor independencia
respecto a los otros y priorizar a uno mismo y al propio bienestar por encima del
bienestar ajeno. Esto probablemente causa que se esté más inclinado a infringir
las reglas en favor propio o percibirse por encima de la ley, y por tanto a
cometer conductas no éticas.
La investigación consistió en siete estudios realizados en condiciones naturales y de laboratorio para determinar qué clase social muestra más tendencia a comportarse de forma no ética (conductas como mentir, engañar o infringir la ley).
En dos de los estudios se sondeó la conducta incívica en la carretera, tras los cuales los investigadores quedaron sorprendidos por las diferencias entre individuos de clase alta y baja: los conductores de clase alta tendían a perseguir su propio interés y a quebrantar la ley mientras conducían en mayor medida que los conductores de clase baja. Así, se encontró que los conductores de automóviles de gama alta fueron cuatro veces más propensos a adelantar a otros vehículos antes de esperar su turno en una concurrida intersección de cuatro vías con señales de stop situadas en todos los lados. También se encontró que los conductores de la clase relativamente más alta tendían en mayor medida a sobrepasar un paso de peatones sin ceder el paso a un peatón.
En otro de los estudios, más
directamente relacionado con la codicia, descubrieron
que los individuos de clase relativamente
más alta tendían a hacer más trampas en un juego a fin de mejorar sus posibilidades de ganar un premio en efectivo.
A partir de este estudio los investigadores concluyeron que debido a su actitud
más benévola hacia a la codicia los individuos de clase relativamente más alta están
más dispuestos a mentir y engañar para obtener ganancias personales.
Alguno de los estudios arrojó resultados
intrigantes. En uno de ellos se comprobó experimentalmente que proporcionar simbólicamente
al sujeto un mayor rango social tiene un efecto causal sobre la toma de
decisiones deshonestas y la conducta. Así, uno de los experimentadores se presentó
ante los participantes con una jarra de caramelos aparentemente destinados a
los niños de un laboratorio cercano, pero se les informó que ellos mismos podrían
tomar algunos si lo deseaban. Esta prueba se consideró como una medida de la
conducta no ética, ya que coger caramelos reduciría la cantidad que quedaría
disponible para los niños. Aquellos que durante el estudio se les hizo sentir como
si pertenecieran a una clase social superior tomaron aproximadamente el doble
de caramelos en comparación a aquellos a quienes se les sugirió pertenecer a
una clase social inferior.
Los autores concluyen que la codicia representa
un sólido determinante del comportamiento deshonesto. No en vano, Platón y Aristóteles
ya consideraron antaño que esta representa la raíz de la inmoralidad humana y inspira
anhelos de ganancias materiales aun a expensas de las normas éticas. Como dice
Piff: “a lo largo de 7 estudios el patrón general que encontramos indicó que
cuando la clase social de una persona se eleva su tendencia a comportarse de forma
no ética también se incrementa.”
(Basado en:
National Science Foundation (2012, March 7). Upper class people more likely to
behave unethically. ScienceDaily. Retrieved March 11, 2012, from
http://www.sciencedaily.com /releases/2012/03/120307145432.htm)